Una de nuestras complicaciones cuando salimos a pasar el día fuera es encontrar un sitio en el que comer que combine buena comida con comodidad para estar con los peques. No sé cómo serán los vuestros, pero los míos son bastante moviditos y es complicado tenerlos quietos sentados a la mesa durante la hora y pico que puede durar una comida informal de fin de semana.
Directamente, de la lista de posibles sitios tenemos que borrar todos aquellos de ambiente serio, silencioso y elegante. Lo último que queremos (sobre todo yo, que lo paso fatal) es molestar al resto de comensales, que tienen todo el derecho del mundo a disfrutar de la velada tanto como nosotros. (¿No os ha pasado en una cafetería o bar cualquiera, que tus hijos están tirados por el suelo liándola parda y en la mesa de al lado hay una niña de la misma edad toda formalita, a la que ni se siente, y no puedes evitar sentir un poquito de envidia?).
Por eso, cuando encontramos un restaurante que combina buena comida con un ambiente distendido, alegre e informal (no tiene que ser necesariamente “familiar”, pero sí lo suficientemente dinámico y “ruidoso” para que las risas y los juegos de los peques pasen más desapercibidos), estamos de enhorabuena.

Y eso es justo lo que encontramos en el Jimbo Smokehouse, un restaurante de carnaza al estilo americano, para chuparse los dedos. Especializado en carnes ahumadas a baja temperatura durante hooooras, el Jimbo ofrece una carta reducida (¡vegetarianos, abstenerse!) en la que destacan las costillas, los sándwiches y las salchichas, servidos en bandejas a las que puedes añadir los “sides” o guarniciones que más te apetezcan entre patatas fritas, ensalada de col, macarrones con queso, etc. Algunos entrantes (nachos, alitas de pollo…) y postres pringosos y apetitosos (¡helado de donut con “toppings”!) comnpletan el menú. El tiramisú, según mi marido, espectacular. Y el chocolate cheese cake, voló!

Pero, aunque lo pueda parecer, no lo confundamos con una hamburguesería gourmet ni, por otro lado, con las típicas cadenas de comida americana tipo Friday. El Jimbo es diferente, con un toque de la norteamerica sureña y cool.

Además están especializados en cervezas artesanas, de las que tienen 10 tiradores que van cambiando regularmente. Así que si quieres comer rico y degustar cervezas diferentes, no hay que buscar más.
La comida es perfecta para los peques. No tienen menú infantil ni nada parecido, pero no hace falta. Para ellos pedimos una salchicha ahumada espectacular, con guarnición de Mac’n Cheese (macarrones con queso, vaya) y patatas fritas, que devoraron sorprendentemente rápido.
Los mayores pedimos Brisket (tiras de carne de vacuno marinada y ahumada durante 15 horas), Baby Ribs y Salchichas, además de guarniciones de ensalada de col y patatas fritas. Y tengo que decir que estaba todo muy rico.
Puntos a favor:
- El ambiente: acogedor y apto para niños, sin ser infantil.
- La comida: muy rica. Una forma “diferente” de cocina americana.
- Tiene dos mesas grandes en el exterior que son perfectas con buen tiempo, ya que el local está en una plaza en la que los peques pueden corretear sin riesgo.
Puntos en contra:
- El precio: tengo que decirlo, resultó un poco cara la relación cantidad/precio. Las raciones no son muy grandes y si tienes mucha hambre tu cartera se va a resentir.
- Los turnos: tiene dos turnos a mediodía, lo que te obliga a estar pendiente del reloj (y los camareros se encargan de recordártelo cuando aún queda media hora para el cambio de turno). Entiendo que es un sistema que se usa mucho para rentabilizar el negocio, pero, en calidad de cliente, siempre me ha resultado desafortunado.
- El cocinado de la carne de uno de los platos que pedimos no estaba listo. La reserva la teníamos a las 13:30h y nos dijeron que hasta las 15H no podríamos pedirlo (con el cambio de turno a las 15:30H). Quiero pensar que sería algo puntual…
Conclusión: a pesar de los poquitos aspectos mejorables, comimos fenomenal y lo pasamos aún mejor. Altamente recomendable.