A primeros de julio del 2018 nos liamos la manta a la cabeza y nos fuimos al Reino Unido 10 días, combinando Edimburgo con unos días de ruta en furgoneta por las Highlands.
Vamos a empezar con un repaso de los días que pasamos en la fantástica Edimburgo, ciudad que ya hemos visitado en varias ocasiones, aunque ésta era la primera vez que íbamos con los niños.
Día 1: Madrid – Edimburgo

Un avión que cogemos a media mañana nos deja en el aeropuerto de Edimburgo a primera hora de la tarde. En el aeropuerto hay varias opciones para llegar hasta el centro de la ciudad. Nosotros optamos por el autobús, en concreto la línea 100, que nos deja en la Estación de tren de Waverley. Desde allí, también tenemos opción de coger autobús hasta nuestro destino, un bonito apartamento de airbnb en Piershill Terrace, pero los peques están cansados, las maletas pesan y el trayecto en taxi no nos va a costar demasiado, así que optamos por este último (aunque nos cuesta un poco encontrar uno libre), que nos deja cómodamente en la puerta del apartamento.

Hace un día estupendo, y por estos lares no se sabe cuánto va a durar el buen tiempo, así que esta tarde en lugar de empezar con las visitas turísticas, optamos por ir al parque (tan importantes en la vida cotidiana de esta ciudad). En Holyrood Park disfrutamos de un paseo estupendo, bordeamos un lago con patos y cisnes a los que les puedes dar de comer y es todo un espectáculo. Después subimos por unas sendas hasta las ruinas de Saint Anthony’s Chapel, desde donde hay unas vistas fantásticas de Edimburgo. Nos gustaría seguir subiendo montaña arriba, hasta Arthur’s Seat, pero nos parece que va a ser mucha paliza para los peques y acabamos desechando la idea.

Como después de la bajada el hambre aprieta, y en estas latitudes se cena temprano, entramos en un pub cercano a nuestro apartamento: Barrelhouse Bar & Grill . El local dispone de una terracita estupenda, delimitada por un murete, con un parque de juegos infantil, que a los niños les encanta. La comida no está mal, aunque tampoco es memorable. Pero estamos cómodos y a gusto.
Y ya por hoy optamos por irnos a descansar y prepararnos para el día que nos espera mañana.
Día 2: Edimburgo
Como ya conocemos la ciudad, no tenemos la “presión” de tener que ver cientos de sitios turísticos que las guías te marcan como imprescindibles . Al contrario, vamos a tomárnoslo con calma, paseando, parando donde nos apetezca y dejándonos llevar.

En el bus urbano (no me preguntéis el número, pero en las paradas están muy bien indicados los trayectos) nos acercamos hasta Princess Street, la arteria comercial. Allí hacemos un poco de “tiendeo” y compramos a los peques unos libros en la librería Watherstone. En el parque hay un señor haciendo pompas de jabón que son una pasada, y allí nos quedamos un rato también, en el que los niños saltan, juegan y se empapan estallando las incontables pompas voladoras. Nos cuesta un rato convencerles de que sigamos ruta…

Para comer están todos los sitios con pinta más o menos económica hasta arriba; al final encontramos un hueco en un Pret a Manger, donde comemos unos sándwiches y unas ensaladas.
Seguimos el paseo hacia la Royal Mile, la calle más emblemática y pintoresca de Edimburgo, que discurre desde el Palacio Real, en la parte más baja, hasta el Castillo en lo más alto de la ciudad. Me llama la atención que han puesto unos grandes bloques de hormigón en algunos accesos… La amenaza del terrorismo se hace notar por toda Europa.

En la Royal Mile encontrarás los típicos pubs escoceses en los que tomarse una buena pinta, las tiendas para turistas con las prendas de lana escocesa, los quilts, etc, las fachadas con los típicos ventanales de la arquitectura inglesa, y unos estrechitos callejones que bajan y se pierden en sus recovecos. La Royal Mile está hasta arriba de turistas y, periódicamente, encontramos estatuas humanas, gaiteros, pintores… Subimos hasta la entrada del Castillo, uno de los sitios turísticos más visitados de Edimburgo, pero optamos por no entrar, porque nos va a consumir mucho tiempo y tenemos intención de visitar otros castillos en los días posteriores.

En su lugar visitamos la Cámara Oscura, una especie de “museo” de ilusiones ópticas, que ocupa los seis pisos de una torre. Es la “atracción” más antigua de Edimburgo y, por ende, de Escocia. La visita se realiza de arriba abajo, empezando por la terraza superior. En ella, además de poder disfrutar de unas fantásticas vistas, encontramos una auténtica cámara oscura, del S XIX, en la que, por turnos, nos explican su funcionamiento y podemos ver las imágenes de la ciudad que refleja un espejo móvil situado en la parte superior.

A partir de ahí seguimos la visita bajando a la siguiente planta, donde comienza World Of Illusions: una impresionante colección de ilusiones ópticas, hologramas y experiencias visuales que harán que el tiempo se pase volando, tanto para niños como para adultos. Muy muy recomendable.

Después de seguir callejeando y visitando algunas librerías de libros antiguos y, cómo no, algún pub (hay que tener en cuenta que en gran parte de los pubs no se permite la entrada de niños a partir de cierta hora, normalmente las 18 o las 19H, ni siquiera acompañados de adultos).
De regreso, hacemos cena por nuestra cuenta y a descansar.
Día 3 – EDIMBURGO
Hoy nos cuesta más levantarnos. Después de desayunar en el apartamento, cogemos un autobús (nos hace esperar más de media hora en la parada) que nos acerca a Dean Village. Esta zona de Edimburgo, que en muchas ocasiones se pasa por alto, es un encantador barrio de casas bajas en cuyo interior se oculta un río con un espectacular paseo que lo bordea.

Parece mentira que estés prácticamente en el centro de la ciudad. A nuestro pesar, después de un rato siguiendo el sendero nos encontramos que está cortado por el mal estado de un sector debido a las lluvias torrenciales. Parece que lleva así muuuuuucho tiempo; esperemos que lo arreglen pronto, porque merece la pena. Tomamos el “pedestrian diversión” y reengachamos el paseo del río más adelante, donde ya está habilitado el paso para, finalmente, subir por la escalera hasta el puente de acceso cercano a Haymarket.

Desde aquí volvemos andando hasta Princes Street y, siguiendo una recomendación, paramos a comer en The Graham Bell, un pub de la cadena J.D. Watherstone, en George St. Es un pub oscurito y agradable, con un menú para niños que no está mal. Además los manteles individuales son coloreables y tienes ceras de colores para pintar mientras llega la comida.

Después de comer nos acercamos un rato al parque infantil de Princes Street para que los peques desfoguen un rato. Mientras los niños juegan, los adultos nos turnamos para ver alguna tiendecita más…
Y como, aunque no lo parezca, hemos andado un montón y estamos cansadetes, nos vamos a terminar de pasar la tarde a casa de unos familiares, para cenar y preparar las cosas para la ruta que empezamos mañana.